sábado, 1 de diciembre de 2012

El 4to Día

Sentado en la hierba de un lugar nunca antes visitado me vi forzado a reflexionar sobre mi vida. Dios me condujo por un sendero estrecho y sorpresivo, al lado de personas que nunca pensé conocer, con experiencias que nunca si quiera había soñado. Y la claridad y la verdad me impactan más fuerte que cualquier otro evento. Simplemente me dejo llevar por el entendimiento que, aunque ya antes había entregado mi vida al Señor, era momento de ser feliz con la decisión tomada.

Veo mi entorno y escucho a las personas hablando sobre el cuarto día. Dicen que esta experiencia de reconocer a Cristo y aceptarlo como el Salvador nos ha llevado en un viaje de tres días, donde el conocimiento de esta gran nueva noticia nos transmite tal emoción que queremos entregarlo todo y serles fiel a Cristo, sentimos que somos capaces de hacerlo todo.

Pero el cuarto día es el trayecto después de esa sensación, cuando la emoción inicial desaparece y nos encontramos de vuelta al mundo real, al mundo que no reconoce a Cristo, que no ofrece amistades verdaderas y tratos justos y transparentes. El cuarto día es aquel en el que dudamos de nuestra fe, que nos acobardamos por el éxito y el fracaso, que no sabemos quiénes somos ni para qué hacemos lo que hacemos. El día en que nuestra humanidad se ve afectada en múltiples planos y nos preguntamos si de verdad vale la pena. Pues el cuarto día es el resto de nuestra vida.

Entonces, al visualizar ese momento sentado en la hierba, recuerdo que Dios tuvo el mayor gesto conmigo: se presentó un día y me dijo que me amará por siempre. Ese amor es capaz de no hacerme morir nunca, me da fuerzas y me da alegrías, incluso cuando los demás no entienden esa paz y gozo que siento por saber que Dios tiene un plan para mí. Las dudas desaparecen, los miedos se convierten en peticiones y las preguntas en respuestas. Entonces comprendo que no se trata sobre el cuarto día, nunca se trató del cuarto día… se trata sobre el quinto día.

jueves, 12 de julio de 2012

No puedo vivir sin mí


Si pudiéramos leer la mente de los demás y descubriéramos lo que piensan de nosotros: ¿qué hallaríamos? Podría parecerse a lo que hubiéramos adivinado o podría ser tan diferente que incluso se vería como el retrato de otra persona totalmente. Siempre existen atributos que nos describen mejor, pero no necesariamente muestran nuestra verdadera identidad.

Hay acciones que tomamos que están cegadas por sentimientos y su respuesta da una impresión equívoca de quienes somos. Hay reflejos que no podemos controlar y revelan sucesos del pasado que nos moldearon algunas características. Existen momentos que ocultamos quienes somos, para poder sobrevivir a los ambientes sociales a los que estamos expuestos, o bien, para escapar de nosotros mismos. Todo esto nos a lleva cuestionarnos quiénes somos realmente y si vale la pena la impresión que estamos dejando a los demás; si estamos comunicando lo que pensamos y sentimos.

Pues no es vida vivir sin mí; puedo lidiar con la partida de muchas personas, puedo cambiar la dirección de mi residencia, de puesto de trabajo, de carrera universitaria, puedo cambiar de prioridades y alcanzar cosas que nunca hubiera imaginado, pero no puedo vivir sin mí. Porque fui creado por Dios, Él me hizo para ser feliz y ser parte de Su Reino, para disfrutar de Su libertad, Su amor y poner mis dones a su servicio.

Así que, a pesar de las adversidades y cambios en las tendencias, a pesar de los terceros y sus intenciones y a pesar de todo lo que he vivido, nunca me desprenderé de mi esencia. Porque puedo crecer, evolucionar y madurar, pero no voy a renunciar a lo que me apasiona, a lo que me recuerda la razón de mi existencia. A las locuras que hago y pocos entienden, a lo que me pone de buen humor y siempre me refleja. Más importante que mi huella digital, mi número de identificación o mi estado civil, mi esencia prevalece a través del tiempo y es protegida y respaldada por Cristo Jesús. Yo soy Su Heredero, yo soy feliz, yo soy auténtico, yo soy el dato lejos del estándar, yo soy el que siempre he sido… yo siempre seré yo.  

martes, 10 de julio de 2012

Atrévete a Ser Valiente


La vida es uno de los elementos más frecuentemente metaforizados. Algunos poetas lo comparan con colinas, los pensadores lo asemejan con una carretera, los pesimistas con tormentas eternas y los positivos con un paseo emocionante. Pues yo digo que la vida es una aventura. Una en la que nos encontramos con aliados que nos acompañan en la travesía y hallamos villanos que buscan deliberadamente estancarnos en la perdición.

No hay relatos de aventuras en que los personajes con misiones peligrosas se rindan a sus miedos y aún así logren la victoria; incluso dentro de la ficción debe haber realidad. Así es la vida; una misión peligrosa que sólo los valientes pueden conquistar. No por causa de falta de miedos o tormentas pasajeras, sino a causa de la superación de todos estos y aprender a sobrellevar las dificultades y salir a flote con esperanza.

Atrévete a ser valiente. Quizás en medio de edificios, contaminación en las calles, altos niveles de tránsito vehicular y noticias amarillistas, es difícil creer en algunas metáforas de la vida. Pero muchas son ciertas: hay tesoros escondidos que reclaman por tu nombre, hay un espacio en lo alto de la colina para colocar tu bandera, hay una meta al final de la carretera donde te espera la victoria. Sólo hay que saber elegir las batallas que importan, no dejar que nada ni nadie te pisotee y creer que Dios está durante este proceso. No importa la metáfora que utilices para referirte a la vida, Dios estará presente en cada una de ellas para hacerte ver que la vida vale la pena y que los sueños se hacen realidad para aquellos que se apasionan en conseguirlos por métodos correctos.  

El mundo necesita de valientes, necesita de creyentes que glorifiquen el nombre del Señor. Y esos valientes salen de sus casas en busca de las aventuras que tienen sus nombres escritos; ya saben que Dios les tiene preparado un final feliz.

viernes, 22 de junio de 2012

Pequeño Mortal Cap 9. La Isla Bani.

Las vacaciones son interrumpidas por un plan de Meizqui para vengarse de todos, pero este plan sobrepasa sus expectativas pues hay cabezas mayores que utilizan la oportunidad para determinar finalmente quien es la oscuridad y quien es el resplandor. No todos saldrán vivos en esta ocasión.
 Link para descargarlo:
http://www.mediafire.com/?z86zc7mpt913x4l

jueves, 21 de junio de 2012

Vida Desconocida

Me imagino a Dios teniendo un taller en el Cielo, donde talla los rostros de cada uno de los seres humanos, sin repetir uno solo, por más genética involucrada cada una tiene su particularidad. Así que, aunque una persona cruce con muchas otras durante sus años de vida, no encontrará a alguien idéntico a otro. Cada rostro tiene más de una historia oculta y sentimientos que moldean las facciones, pero la gran mayoría son rostros desconocidos.

Vidas desconocidas que creemos conocer: los tabloides juran saber los detalles de las estrellas de cine, el cliente enjuiciador pone etiquetas al cajero que lo atiende, el estudiante universitario se ríe con sus compañeros de un muchacho que sale en un video en Internet, y un departamento laboral se sortea el periódico dando sus teorías sobre un accidente.

Dentro de los 365 días del año, puede que una de estas vidas desconocidas se tope con la nuestra. Puede que aunque no la conozcamos, seamos el último que esa persona vea, o la última con quien habló antes de ser impactada por un bus. Puede que seamos aquel sentado en una calle alentando a un accidentado a soportar el dolor hasta que la ambulancia llegue. Cabe la posibilidad que alguien que jamás antes hayamos visto, se convierta en un rostro que muy difícilmente olvidaremos.

¿Cuántas vidas desconocidas pasan a nuestro alrededor? ¿Cuántas voces al otro lado de un teléfono ansiosas de una palabra de aliento, de esperanza, de amabilidad? ¿Cuántas personas esperando ver el rostro de Jesús saliendo de la multitud e instándola a vivir en gloria? Somos desconocidos para millones de personas, así que cuando este encuentro ocurre, el mejor rostro que podemos proyectar es el de Jesús. Esa cara sí es conocida, porque la creación siempre reconoce a su creador, ese rostro sí transmite paz y esperanza. Transmite tranquilidad y amor. Y, sí ese fue el último rostro que la vida desconocida vio, ya no será desconocida para nosotros. Ya tendrá nombre y apellido. Ya habremos sido usados por Dios para dar el mensaje de que existe una vida después de esta, y nuestra existencia no volverá a ser igual.

martes, 5 de junio de 2012

Rata


¿Qué se te vendría a la cabeza si te dijera que soy una rata, que me siento como una completa rata? Probablemente pensarías que soy un pesimista extremo o que he hecho algo terrible y no logro perdonarme, y puede que tengas razón, puede que sí sea tan lleno de defectos como piensas, total ya dije que soy una rata.

Pero no necesariamente por las razones que piensas. Siempre me han dicho que las ratas son sucias, que pueden ser peligrosas, que muerden y destruyen todo a su paso, pero me parece que me dijeron eso porque no saben nada sobre ellas. La gente se sube a las sillas, buscan veneno, trampas y todo lo demás para matarlas. El miedo a lo desconocido nos lleva a los humanos a hacer terribles cosas, total ya lo dice el dicho, mejor malo conocido que bueno por conocer. Y sin saber si la rata pueda ser inofensiva o no, harán lo posible para no tenerla a la vista. Se va entendiendo lo que quiero decir?

Y si pensamos en las ratas de laboratorio, es más que triste, pasan toda la vida siendo alimentadas para sufrir de los experimentos. Hombres y mujeres las sacan de sus jaulas solo para probar teorías, para comprobar que tanto pueden resistir, sin importarles si sufrirán o no, puesto que solo son prototipos. Y también están las ratas que sirven de alimento para otros animales, las mantienen gordas sólo para ser devoradas por otros.

Incomprendido, maltratado, y usado, suena a una crisis existencial adolescente, pero también suena a una realidad muy cercana… para todos. ¿Cuántos no se han sentido rechazados y desearan que los demás fueran amables y se interesaran en conocerlos, en lugar de ponerles trampas o huir de ellos? ¿Quién no ha sentido que juegan con ellos, que sufren por las consecuencias de los demás injustamente? ¿Quiénes se han sentido menospreciados y juzgados por algo que no son o que no han hecho? Yo sé que las ratas sí, y yo también. Es irónico salir a la calle, saber que eres juzgado por tu estatus social, por tu forma de vestir, por tus estudios o apariencia y sentirte como una rata cuando quienes caminan a tu lado y te juzgan se sienten igual que tú… como unas completas ratas.

domingo, 6 de mayo de 2012

FAMA

Cada vez que vamos para un lugar nuevo tenemos muchas expectativas sobre lo que pueda suceder: si tendremos el mejor momento de nuestra vida o si tendremos que seguir lidiando con personas que no son de nuestro agrado. Y cuando volvemos a un lugar que dejamos por mucho tiempo nos preguntamos: seré aceptado de nuevo o enfrentare los mismos obstáculos que abandone la vez anterior.

Porque cuando entramos en un ambiente social, somos objeto de análisis, las personas nos escanean y nos etiquetan con tal rapidez que terminan dicha labor antes de incluso ser presentadas a nosotros. Y si bien la primera impresión es muy importante, el resto de la historia depende de gran parte de nosotros. Pues con nuestras acciones las personas cambiaran una etiqueta por otra, o bien subrayaran la anteriormente puesta. Y conforme pasa el tiempo vamos adquiriendo una sombra que suelen llamar "fama".

Los que nos conocen de antes van adquiriendo opiniones sobre nosotros, buenas o malas, que van sumando peso a esta fama, hasta convertirla en una corona que se lleva con orgulloso o una mancha incomoda  difícil de quitar. Lo triste es cuando esa fama no es ganada, sino que las personas se han hecho una mala impresión de nosotros debido a malos sentimientos, confusiones, o malas compañías.

Pero mas difícil de quitar y más valiosa que una corona es la identidad. Esta es inmutable y fuerte, no se deja llevar por los susurros ni por las intrigas, sino que nos hace levantar y nos recuerda quiénes son y, que sin importar lo que digan de nosotros, Dios es capaz de entender y amar nuestra identidad, de perdonar nuestros errores y ayudarnos a ser mejores personas, y eso es más que suficiente. Y si nuestra identidad se basa en la fe en Cristo, no hay fama que nos pueda tocar.

Sin embargo, cuando esta identidad está sostenida de una base inestable y se esfuma entre las circunstancias, puede ser destruida por la fama y alguien puede hacerla explotar frente a nuestra cara.