El ser humano ha creado muchas unidades de medida. Están las que miden alturas y longitudes, están las de peso y volumen, también de temperatura y densidad. Se vió en la obligación de crear monedas para calcular el valor de bienes y servicios, descubrió diferentes niveles de presión y colesterol en el cuerpo y los cuantificó. Todo para tener el control de la naturaleza y entenderla lo más que pudiera.
Entonces desarrolló muchos estudios para manipular las condiciones que lo rodean y así construir grandes ciudades, volar por los aires, navegar por los mares, viajar a la luna, incluso determinó el peso del alma. Pero aún no ha podido calcular a la inspiración.
Y creo que nunca lo hará. No se puede medir la longitud de un sueño, no se puede decir si es muy grande o pequeño, pues un sueño valioso mueve al corazón y la voluntad a hacer enormes hazañas. Pero tampoco se puede decir si es valioso o no, tampoco puede ser evaluado a un precio, pues ninguna moneda puede comprar la alegría y motivación que trae perseguir un sueño, sentirse inspirado y dejar que el cuerpo cree un arte jamas visto.
Es decir; la inspiración no tiene volumen, ni temperatura ni ninguna otra métrica inventada por algún hombre o mujer, pues no se puede controlar. Simplemente brota de los poros y se refleja de mil maneras, la inspiración hace que un niño vea dimensiones en sus juguetes y habitaciones, hace levantarse a millones de personas alrededor del mundo para ir a trabajar, la inspiración deja huellas en la Tierra que son duras de borrar. La inspiración es el engrane que hace funcionar al corazón, al alma y al cuerpo.
Nadie sabe de dónde viene exactamente, a veces nace producto de una alegría incontenible, como a veces nace de una tristeza profunda y dolorosa. Pero aunque pueda provenir de lágrimas, de despedidas y desilusiones, aparece para recordarle al ser humano su verdadera identidad; el cual por más estudioso no logrará controlar la naturaleza.La inspiración azota hasta las nubes y no hay nada que este humano pueda hacer para impedir que se le salga de las manos.